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lunes, 13 de octubre de 2008

Leyenda del Pirineo: Para pagar una deuda

A mí siempre me han gustado las leyendas populares. Lamentablemente las del Pirineo estan cayendo en el olvido. Así que se me ha ocurrido ir escribiendo sobre algunas de las que conozco.
Hoy toca ''Para pagar una deuda''.

Aquel viudo de Sara había contraído una enorme deuda con un tahúr, y éste, desde hacía ya tiempo le venía amargando la vida con la amenaza de quedarse con su casa si no pagaba lo adeudado. Pero como el tiempo pasaba y la deuda seguía sin ser pagada, el acreedor le dio al deudor una semana para cobrar, o si no, con ayuda de la justicia, se quedaba con la casa.
En su desesperación, aquel viudo de Sara, que no veía el modo de reunir la cantidad debida, el día antes antes de que se cumpliera el plazo no tuvo mejor idea que ir a consultar a una vieja bruja, tan malfamada como horrorosa, que vivía en una cabaña del monte, pero a la que todo el mundo solía recurrir cuando se encotraba en apuros. Y la bruja, sonriendo de manera perversa, tras escuchar al viudo de Sara le dijo lo siguiente:
-¡Tranquilízate, que todo tiene solución! Tienes una hija tan virtuosa como hermosa, ¿no es así?
El campesino sintió un nudo en el estómago, pero respondió:
- Así es.
- Y, ademas será todavía doncella, ¿no es verdad?
- Verdad es -respondió apenado.
- Pues entonces, ¡asunto resuelto! Que venga esta tarde a mi choza, antes de que oscurezca del todo, pero que venga sola, y mañana podras ver tu deuda pagada.
Aunque aquello no le acabava de parecer del todo bien, pues intuía algo perverso en el plan de la bruja, hizo lo que la bruja le había pedido. Aunque la hija se resistió con todas sus fuerzas ante la desesperada petición de su padre, consideró que si no ponía de su parte, al día siguiente se vería en la calle, accedió a regañadientes.
La bruja recibió a la infeliz muchacha con los brazos abiertos y grandes alabanzas. Luego la animó a que se desvistiera y la untó con un extaño ungüento, acto seguido repitió el proceso con ella misma.
La cogió de la mano y, juntas, echaron a volar rumbo a la cumbre del monte Larrune.
Había congregado allí un gran grupo de brujas y brujos de todas las edades, charlando amigablemente entorno a antorchas y hogueras. Algunos cantaban y bailaban, mientras otros comían y bebían, como si de un festejo cualquiera se tratase. Pero la hija del viudo de Sara notuvo duda alguna de que aquello no era un festejo cualquiera, y menos cuando contempló al que presidía la reunión, que era una mezcla entre hombre y macho cabrío.
La muchacha, que no salía de su asombro, pero que al mismo tiempo se encontraba maravillada y excitada, se limitaba a observarlo todo sin decir nada mientras se dejaba guiar por la bruja. Ésta la condujo en presencia del anfitrión, el diablo sin duda alguna, que ademas de ser peludo lucía en su frente tres grandes cuernos. Y la bruja presento a la iniciada diciendo:
- ¡Gran señor, mirad que nueva bruja hos traigo, es hermosa y doncella, ¿resulta de vuestro agrado?
- ¡Me complace, y mucho! -rugió el diablo con una feroz sonrisa- ¡Tanto me complace que sabré ser muy generoso con ella! Que se incline ante mí y se proceda al reniego.
La muchacha se arrodilló ante el diablo y repitió en voz alta la fórmula de ingreso en el clan de las brujas, consistente en renegar de dios y manifestar aceptar al demonio como único dios.
Aquella noche la muchacha se convirtió en bruja con todas las de la ley, siendo marcada en un ojo con la marca del diablo. También la conoció carnálmente, y terminado el obsceno acto le dio una bolsa llena de monedas de oro.
Cuando la hija del viudo de Sara llegó a su casa por la mañana, estaba sucia y abrazaba la bolsa llena de monedas de oro contra su pecho.
- Mucho he tenido que soportar para conseguir este tesoro.
- ¡Gracias, mi buena hija! -exclamó el padre abrazándola.
Pero al vaciar la bolsa sobre la mesa lo único que hallaron fueron... ¡cacarrutas de cabra!
Tras ser desahuciados por no poder pagar la deuda, el viudo de Sara volvio a la cabaña de la bruja para pedirle explicaciones. La bruja le respondió si en la bolsa entregada a la hija solo había cagarrutas de cabra se debió a que cuando el diablo conoció carnalmente a la muchacha no la halló doncella.

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